martes, 10 de marzo de 2009
Como pedir una gracia a la Difunta Correa
La Difunta Correa es muy milagrosa, para darnos cuenta de ello basta con observar los miles de ofrendas que han dejado sus fieles agradeciendo las gracias recibidas.
Según la tradición para obtener una gracia de la Difuntita debemos dar algo a cambio, no necesariamente debe ser algo de valor, puede ser algo simbólico, como por ejemplo llevar una botella de agua a su santuario, velas, etc.
Recordemos que entre las ofrendas se encuentran objetos de los más diversos, lo importante es que lo que hagamos por ella, signifique un agradecimiento por haber recibido lo que le pedimos.
Antes de realizar un pedido, examinemos nuestros sentimientos, que lo que vamos a solicitarle nos beneficie, a nosotros y alos que nos rodean.
La Difuntita a dejado su vida por aquellos a los que amaba, honremos su memoria pidiendo solo aquellas cosas que sean para el bien.
Lo que se le promete se le debe cumplir, para ser merecedores de la gracia recibida debemos completar nuestro acuerdo llevándole lo que hemos prometido.
lunes, 9 de marzo de 2009
La primer promesa
La primera promesa fue la empeñada por un arriero para que la difunta lo ayudara en su trabajo con un milagro y fue cumplido. Así, el arriero también cumplió con el acarreo de una gran cruz de madera.
Al principio, sólo estaba esta cruz, y a pocos pasos del camino carretero que une San Juan con Córdoba, una pequeña capilla en la que cabía una docena de flores.
Transcurrido el siglo pasado, los arrieros promesantes cuyanos hicieron de la Difunta la patrona de sus viajes, y agregaron capillas, cruces y alcancías al culto.
La escasa presencia eclesiástica en aquellas latitudes permitió que la creencia se arraigara velozmente, en especial en San Juan.
Los dueños de los campos adyacentes devotos fieles comisionaron a doña Elda de Maldonado hace mas de 90 años, como la primera administradora del culto debido a la envergadura de las donaciones y al dinero recaudado por el fenómeno de la Difunta, que se extendió fuertemente a todo cuyo,
La primera obra de la devota Maldonado fue la ampliación de la primera pequeña capilla.
Desde entonces la costumbre es emplear la mayoría de las limosnas en mejoras al santuario.
Desde principios de este1900, los peregrinos comenzaron a afluir en masa, predominando los promesantes gauchescos. Al mismo tiempo, un humilde cementerio creció caóticamente en torno a la capilla de la Difunta milagrera, redondeando un primitivo lugar santo que bendecía con sus emanaciones a los promesantes.
El gobierno de San Juan pasados los años, decidió
tomar posición respecto de este culto, para evitar que las grandes cantidades de dinero recaudadas de los promesantes, fueran a parar a manos de intereses privados y así se fundó, en 1955, la Fundación Vallecito, destinada formalmente a "la promoción turística y a la utilización de los fondos para obras de bien público".
Desde entonces existe la Comisión, integrada por el Gobierno de la Provincia e integrada por el cura párroco de Caucete, (el poblado más cercano), diputados, jueces, abogados, etc.
Para los promesantes, el punto principal del santuario es el montículo junto al cual se supone fue hallada Deolinda: una escalera lleva hacia el sitio y su correspondiente capilla.
En la capilla se apeñuscan los fieles para cubrir de flores y ofrendas una reproducción en tamaño natural de la Difunta Correa.
Se calcula entre un millón y un millón y medio el número de visitantes anuales de la Difuntita, esto ilustra sobre el mito como fenómeno social. Una mirada en los depósitos y capillas de Vallecito, donde se amontonan las ofrendas, ofrece revelaciones apasionantes.
Hay dos galpones en los que se apilan dos mil trajes de novia: muchas jóvenes casaderas prometen regalarle a la santita sus vestidos si el matrimonio se consuma.
Cuando una muchacha pobre de la provincia carece de vestido blanco, lo solicita en préstamo y lo agradece eternamente a la Difunta. Hay surtido para todos los gustos y tamaños.
Un promesante dejó su motoneta porque la Santita lo ayudó a ganarse un auto en una rifa. Otro ofrendó un Ford A que descansa bajo el sol de la siesta sanjuanina.
Las limosnas de dinero, acumuladas en una caja fuerte y en alcancías distribuidas por el lugar, son abiertas periódicamente por el administrador y se sabe que abundan los billetes de cien pesos y los cheques a la orden. Un campesino donó 70.000 pesos, suma que le habría costado operar a su hijita de siete años si Deolinda no la hubiera curado.
Un joven sube de rodillas las escaleras del Vía Crucis ( asi se le llama a la escalinata que lleva hacia la cima donde fue encontrada), todos los años desde que su padre caminó gracias a la santa, después de once años de parálisis.
Una mujer ofrenda toda la cabellera de su hija de diez años, que dejó crecer (sin cortarla nunca) hasta que la difuntita le concedió una vendimia exitosa.
"¡Claro que soy devota! —exclama una promesante, ella me ha concedido todo lo que le he solicitado, y yo le he cumplido….porque eso si, es muy cobradora!
Al principio, sólo estaba esta cruz, y a pocos pasos del camino carretero que une San Juan con Córdoba, una pequeña capilla en la que cabía una docena de flores.
Transcurrido el siglo pasado, los arrieros promesantes cuyanos hicieron de la Difunta la patrona de sus viajes, y agregaron capillas, cruces y alcancías al culto.
La escasa presencia eclesiástica en aquellas latitudes permitió que la creencia se arraigara velozmente, en especial en San Juan.
Los dueños de los campos adyacentes devotos fieles comisionaron a doña Elda de Maldonado hace mas de 90 años, como la primera administradora del culto debido a la envergadura de las donaciones y al dinero recaudado por el fenómeno de la Difunta, que se extendió fuertemente a todo cuyo,
La primera obra de la devota Maldonado fue la ampliación de la primera pequeña capilla.
Desde entonces la costumbre es emplear la mayoría de las limosnas en mejoras al santuario.
Desde principios de este1900, los peregrinos comenzaron a afluir en masa, predominando los promesantes gauchescos. Al mismo tiempo, un humilde cementerio creció caóticamente en torno a la capilla de la Difunta milagrera, redondeando un primitivo lugar santo que bendecía con sus emanaciones a los promesantes.
El gobierno de San Juan pasados los años, decidió
tomar posición respecto de este culto, para evitar que las grandes cantidades de dinero recaudadas de los promesantes, fueran a parar a manos de intereses privados y así se fundó, en 1955, la Fundación Vallecito, destinada formalmente a "la promoción turística y a la utilización de los fondos para obras de bien público".
Desde entonces existe la Comisión, integrada por el Gobierno de la Provincia e integrada por el cura párroco de Caucete, (el poblado más cercano), diputados, jueces, abogados, etc.
Para los promesantes, el punto principal del santuario es el montículo junto al cual se supone fue hallada Deolinda: una escalera lleva hacia el sitio y su correspondiente capilla.
En la capilla se apeñuscan los fieles para cubrir de flores y ofrendas una reproducción en tamaño natural de la Difunta Correa.
Se calcula entre un millón y un millón y medio el número de visitantes anuales de la Difuntita, esto ilustra sobre el mito como fenómeno social. Una mirada en los depósitos y capillas de Vallecito, donde se amontonan las ofrendas, ofrece revelaciones apasionantes.
Hay dos galpones en los que se apilan dos mil trajes de novia: muchas jóvenes casaderas prometen regalarle a la santita sus vestidos si el matrimonio se consuma.
Cuando una muchacha pobre de la provincia carece de vestido blanco, lo solicita en préstamo y lo agradece eternamente a la Difunta. Hay surtido para todos los gustos y tamaños.
Un promesante dejó su motoneta porque la Santita lo ayudó a ganarse un auto en una rifa. Otro ofrendó un Ford A que descansa bajo el sol de la siesta sanjuanina.
Las limosnas de dinero, acumuladas en una caja fuerte y en alcancías distribuidas por el lugar, son abiertas periódicamente por el administrador y se sabe que abundan los billetes de cien pesos y los cheques a la orden. Un campesino donó 70.000 pesos, suma que le habría costado operar a su hijita de siete años si Deolinda no la hubiera curado.
Un joven sube de rodillas las escaleras del Vía Crucis ( asi se le llama a la escalinata que lleva hacia la cima donde fue encontrada), todos los años desde que su padre caminó gracias a la santa, después de once años de parálisis.
Una mujer ofrenda toda la cabellera de su hija de diez años, que dejó crecer (sin cortarla nunca) hasta que la difuntita le concedió una vendimia exitosa.
"¡Claro que soy devota! —exclama una promesante, ella me ha concedido todo lo que le he solicitado, y yo le he cumplido….porque eso si, es muy cobradora!
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